Para muchos, el fútbol no es solo un deporte. Nacido en las calles inglesas, en 1863 se institucionalizó con la fundación de la Football Association (FA). Su popularidad creció tan rápido que en 1904 fue necesario crear la FIFA para gestionar su organización a nivel mundial. En la actualidad se ha convertido en un fenómeno económico extraordinario: la FIFA proyecta ingresos de $11.000 millones de dólares para el ciclo 2023-2026. El último Mundial, con más de 5.000 millones de espectadores, confirmó su estatus como uno de los eventos deportivos más relevantes del planeta.
La FIFA representa un caso único: una organización sin accionistas que genera valor económico y sobrevive escándalos capaces de hundir a muchas empresas. El fútbol conecta a personas de todo el mundo; pero tras la fachada de esta "hermosa pasión" opera una maquinaria geopolítica y financiera con más influencia que muchas naciones del G20.
En este artículo examinamos cómo la FIFA creó un negocio sin competencia real y con consumidores devotos, y expone el lado menos brillante de una poderosa organización con inmenso poder político y económico.
🕵️ Monopolio del fútbol
La FIFA nació en 1904 con el objetivo de supervisar, organizar y promover el creciente interés por el fútbol. Sus fundadores fueron Bélgica, Francia, Dinamarca, España, Países Bajos, Suecia y Suiza. El debut mundial ocurrió en los Juegos Olímpicos de Londres (1908).
Tras la Primera Guerra Mundial, la FIFA llevó a cabo un cambio estratégico al internacionalizar sus operaciones, traspasar las fronteras europeas y convertirse en potencia global. Su consolidación no fue accidental; identificó un vacío de poder y se estableció como autoridad principal del fútbol más allá del viejo continente.
Desde el primer Mundial en Uruguay (1930), la organización ha logrado un monopolio de facto en la organización de competiciones entre selecciones. Hoy opera desde Zúrich y controla estas competiciones a través de seis confederaciones que representan a 211 países y territorios.
🚀 Modelo de negocio y estrategia de ingresos
Los ingresos de la FIFA se dividen en tres categorías: Derechos, Ventas y Mundiales. Los derechos incluyen: transmisión, que entre 2019-2022 representó el 44.7% de sus ingresos ($3.4 mil millones); marketing, mediante acuerdos con empresas como Adidas y Coca-Cola que alcanzaron los $1.7 mil millones; y licencias, que sumaron $769 millones.
Las ventas abarcan productos oficiales, entradas y NFTs con "FIFA + Collect". Los Mundiales son su principal motor económico: el de 2018 generó más de $4.6 mil millones. Para el ciclo siguiente (2019-2022), la FIFA alcanzó un récord de $7.568 millones en ingresos totales.
🎥 Historia de los mundiales: El motor de la FIFA
Es imposible narrar la historia del fútbol sin mencionar los campeonatos mundiales. Estos han sido su motor no solo desde un punto de vista económico y material, sino también como fuente de inspiración y épica. Los momentos más legendarios del fútbol ocurrieron en los mundiales, trascendieron fronteras e inspiraron a niños en todos los rincones del planeta.
Pelé celebrando la Copa del Mundo de 1970 y “La Mano de Dios": Gol de Diego Maradona contra Inglaterra, 4 años después de la Guerra de las Malvinas.
⚙️ Momentos críticos que impulsan la transformación
La FIFA opera como una república, con normativas especiales y exenciones tributarias; constituye una vasta organización multinacional que dirige el fútbol mundial. No solo administra sus ingresos, sino que regula y controla los miles de millones de dólares que genera este deporte: desde la selección de sedes mundialistas, el turismo, los premios y comisiones, hasta los marcos regulatorios para transferencias entre clubes.
Su inmenso poder ha provocado críticas y cuestionamientos históricos por decisiones poco transparentes. El Consejo, su principal órgano interno, cuenta con 37 miembros elegidos por las confederaciones continentales. El presidente resulta electo en la asamblea general de 211 federaciones. La composición de estos órganos tiene un fuerte componente político, donde ciertos actores ejercen mayor presión e influencia que otros.
FIFA Gate:
Este caso representa uno de los escándalos de corrupción más importantes en la historia del deporte mundial. Revelado en 2015, involucró a altos cargos de la FIFA y las confederaciones continentales. La investigación del Departamento de Justicia de EE.UU. y el FBI acusó a los implicados de sobornos, lavado de dinero, fraude y extorsión.
Marcada por controversias y falta de transparencia, la elección de las sedes para Rusia 2018 y Catar 2022 fue un punto crucial de esta historia. Investigaciones periodísticas y denuncias internas intensificaron la presión, que culminó con una redada del FBI en la sede de la FIFA el 27 de mayo del 2015 y la detención de altos funcionarios.
Las investigaciones descubrieron un esquema con redes complejas de corrupción que incluía contratos fraudulentos, sobornos millonarios y corrupción en la elección de sedes. El caso expuso una organización en la que confluyen múltiples intereses, entre los que el fútbol es solo uno más.
Hitos importantes de la gestión de Blatter y número de trabajadores fallecidos para el Mundial de Qatar.
💡 Take-away: ¿La Conclusión Rebel?
La historia de la FIFA nos invita a reflexionar sobre la relación entre poder, transparencia y legitimidad en las instituciones. Cuando una organización asume la custodia de un bien cultural tan relevante en las identidades colectivas de muchos países, adquiere no solo privilegios económicos, sino también responsabilidades éticas. Su historia ilustra 3 reflexiones para personas en posiciones de liderazgo:
1. El juego del poder. La FIFA ha perfeccionado el arte de la asimetría de poder. Ha construido un monopolio sobre el deporte más popular del planeta, en el que posee todo el valor y prácticamente ninguna responsabilidad. Es brillante y aterrador: utiliza eventos deportivos como moneda de cambio geopolítico para que países como Qatar y Rusia laven su imagen mundial y proyecten su influencia. La FIFA vende mucho más que derechos de transmisión; vende legitimidad internacional y brand-washing. Al posicionarse como los guardianes del "juego de todos", genera una paradoja: los mismos países que critican sus prácticas compiten con desesperación por ser sede de los mundiales; las marcas pagan fortunas por asociarse y los aficionados aceptan cualquier escándalo por ver jugar a sus equipos. La FIFA sabe que cuando controlas lo que los fans aman, obtienes un permiso para operar fuera de las reglas.
Porque la FIFA ha creado un ecosistema donde todos los actores están atrapados en un juego que solo ella puede controlar.
2. La corrupción sistémica y la banalidad del mal: La FIFA representa una obra de ingeniería perversa. El sistema de gobernanza creó un entorno ideal para ser capturado por élites corruptas. Blatter, por ejemplo, compraba el apoyo de las pequeñas federaciones ofreciendo "asistencia para el desarrollo" a cambio de lealtad política. Esta dinámica permitió que la corrupción se cocinara “a fuego lento” durante décadas hasta convertirse en toda una cultura organizacional. Cada trabajador nuevo se encontraba con prácticas ya establecidas, presentadas como "así hacemos las cosas aquí". Pero la verdadera tragedia es que millones de personas que aman genuinamente el fútbol fueron traicionadas por quienes debían ser sus guardianes. Es lo que Hannah Arendt denomina “la banalidad del mal”: no presenciamos actos de maldad extraordinaria, sino la normalización gradual de prácticas éticamente comprometidas.
Porque la corrupción más peligrosa no es la que reconoces inmediatamente, sino la que se normaliza hasta volverse invisible.
3. La pasión que moviliza. La FIFA "administra" un deporte en que los fanáticos vemos cada gol, cada jugada, cada celebración y cada lágrima. A muchos hinchas, que invierten dinero, tiempo y capital emocional, no les interesa en absoluto lo que haga o deje de hacer la FIFA, pero para el 70% el escándalo del 2015 fue una gran decepción y el 43% reportó una disminución en su disfrute del deporte. El fútbol encarna ideales de juego limpio, mérito y universalidad que entraron en conflicto con la corrupción institucional de la FIFA. Esta contradicción generó una tensión entre los valores proclamados y la realidad operativa. La indignación de los aficionados y del público global ejerció presión; la FIFA implementó reformas para recuperar su credibilidad. Los fanáticos no abandonaron su pasión, solo exigieron que quienes la administran estuvieran a su altura.
Porque en la economía de la pasión, la corrupción es un impuesto que alguien acabará pagando.
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Sebastián Balmaceda - Fernando Brierley - Martín Valenzuela
🕵️ ¿Sabías qué?
En 2021, clubes como Real Madrid, Barcelona, Juventus y Liverpool impulsaron la Superliga, un proyecto que buscaba saltarse el control de la FIFA y la UEFA sobre los torneos europeos. La disputa terminó en tribunales, donde la FIFA defendió que esta iniciativa violaba sus normas y atentaba contra los intereses de la UEFA.

🙏 Agradecimientos
Gracias Nicolás y Juan Pablo por las reflexiones y perspectivas en este artículo.