Insights en 1 párrafo: Foucault muestra que el poder no se posee: circula, produce sujetos y genera resistencias. En la empresa, jugar los juegos del poder no es solo acumular autoridad, sino comprender cómo fluye el poder, qué subjetividades crea y qué resistencias genera. 

Hablar de poder en las organizaciones suele generar incomodidad. Es como en Fight Club: la primera regla del poder es que no hablamos del poder. Preferimos usar palabras como "influencia" o "liderazgo" para sonar políticamente correctos en la jerga business; sin embargo, todas las personas saben que existe y quiénes lo ejercen. 

El poder no es solo la autoridad en el organigrama ni la capacidad de dar órdenes, tampoco es una habilidad que se obtiene en forma misteriosa; es una dinámica sutil que modula comportamientos, expectativas y modos de operar. 

🧑‍🏫 Tres propuestas de Michel Foucault sobre el poder 

El filósofo francés logró reconocer elementos de la arquitectura invisible del poder que otras personas no. Acá traducimos 3 de sus postulados desde la filosofía a la empresa:

1. El poder está en la red, no en el rol. Foucault sostiene que el poder no se "tiene", sino que actúa reticularmente y se ejerce a través de posiciones en la red. El sentido común es pensar el poder como "plata en el banco" (tienes o no). La invitación es pensar en poder como "electricidad" que existe al fluir por una red, que está en todas partes y opera como una microfísica: de forma continua, pero sutil. En esta mirada, un CEO no "tiene" poder porque sea jefe, sino que "ejerce poder" porque ocupa un nodo estratégico que lo habilita. 

2. El poder configura quiénes somos. Foucault propone que el poder constituye desde un inicio a las personas. Es decir que no hay un "yo" abierto y libre previo al poder, pues las instituciones (colegios, clínicas, empresas, etc.) nos "fabrican". Los colegios "producen" estudiantes; las redes sociales fabrican "influencers" y "seguidores". En esta lógica, nuestro "yo auténtico" es el resultado de años de disciplina institucional y nuestro "yo en el trabajo", el resultado de las instituciones de mi organización (onboarding, bonos, etc.). 

3. Toda forma de poder genera resistencias. Foucault enfatiza que el poder nunca es absoluto: todo poder genera contrapoder y resistencia (competidores, despidos, sindicatos, etc.). Para el filósofo, el poder nunca es total porque la creatividad humana siempre busca grietas y tensiones que permiten la emergencia de nuevas configuraciones. Esa es una de las paradojas: aunque el poder busca estabilizar, deja espacio para la transformación y el surgimiento de otras relaciones de poder.

🕋 La metáfora del "panóptico" (estructura de vigilancia) para entender cómo opera el poder 

En el siglo XVIII, el filósofo y abogado Jeremy Bentham se propuso diseñar la prisión perfecta: una torre central desde donde un guardia puede ver todas las celdas, pero los prisioneros nunca saben cuándo los están observando, aunque saben que pueden ser observados en cualquier momento.  En su obra Vigilar y castigar (1975), Foucault utiliza esta metáfora para explicar cómo opera el poder en la sociedad moderna:

  • Vigilancia permanente, pero sutil: El sujeto comienza a vigilarse a sí mismo. Cuando no sabes si te están observando, te comportas como si siempre lo estuvieran haciendo (vigilancia internalizada).
  • Producción de sujetos "normales": El panóptico moldea prisioneros normalizados, tal como el sistema produce "estudiantes ideales", "trabajadores perfectos" y ciudadanos productivos. 
  • Generalización del panóptico: Foucault afirma que la mayoría de las instituciones de la sociedad moderna (empresas, fábricas, clínicas, etc.) operan con este modelo de visibilidad constante y autorregulación.

Lo interesante es que nunca hemos sido tan libres y nunca hemos estado tan controlados.

El panóptico es la metáfora con la que Foucault explica cómo opera el poder en la sociedad moderna

 💡 ¿Cuál es nuestra conclusión?

Un liderazgo lúcido (no ingenuo) requiere observar que el poder es parte de nuestro día a día, independiente de nuestro interés por él. Y tal como hemos visto en la historia de la humanidad o en Game of Thrones, que el poder "esté en todas partes" significa que también está disponible para ser transformado. 

En el mundo corporativo, la mayoría piensa en el poder como una fuerza soberana y autoritaria o lo asocia a una autoridad que obliga. Pero en las organizaciones hoy en día, el poder es difuso y capilar: está presente en las normas culturales, en la estructura de compensación, en los tipos de reuniones y quién participa, hasta en las interacciones cotidianas. En la empresa, el poder no reprime, produce. Produce las categorías, las normas y hasta los modos en que entendemos nuestra identidad.

A esa producción a nivel más general, Foucault la denomina biopoder: el poder que se ejerce sobre la vida, que ordena poblaciones, regula la salud pública y controla las tasas de natalidad, longevidad y productividad. El poder no se limita a amenazar con la muerte, sino que "organiza cómo vivimos" y establece normas sobre lo que se considera sano, normal o deseable.

No creemos que sea posible escapar del biopoder (una vez más, los juegos de poder son inevitables), pero eso no significa que tengamos que ser espectadores. Podemos diseñar instituciones o instalar estructuras más saludables, sabiendo que siempre corremos el riesgo de que esas estructuras terminen reproduciendo nuevas formas de dominación. 

Equipo Rebelius

Sebastián Balmaceda - Martín Valenzuela


Agradecemos a Francisco de Lara y sus reflexiones en la serie #LiderazgoConsciente de Rebelius Academy.

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